sábado, 19 de septiembre de 2015

Por una reivindicación del trabajo doméstico

Sobre “Engels revisitado: las mujeres la organización de la producción y la propiedad privada”                                                                                                              de Karen Sacks


      Karen Sacks nos dice algo muy parecido a Rosaldo: es la diferenciación del estatus privado de los público lo que genera desigualdad. Nuestra autora vuelve a Engels para analizar la teoría de la propiedad privada[1], remarcando la diferencia entre sociedades no clasistas o igualitarias, en las que el trabajo es distribuido sin distinción de clase o género; y las clasistas, en las que sí se asignan clases superiores, que además hay que legitimar en el ámbito público.

     Sacks nos dice que la idea principal de Engels es la siguiente: La posición social de las mujeres es variable de una sociedad a otra (es decir, en teoría, la dominación no es universal) y la confirma; sin embargo, no se debe reducir esta idea a la fórmula una sociedad no clasista es igualitaria porque esta suposición lleva los siguientes errores.


1.      Engels creía que la producción de bienes de subsistencia ha corrido siempre por cuenta de los hombres[2] pero la evidencia científica demuestra que la base alimenticia está relacionada con la producción de la mujer.
2.      Creía que la domesticación de animales fue previo al cultivo y se ha demostrado que se originaron a la par por lo que el trabajo no debería ser de ningún fundamento para jerarquizar las actividades. En otras palabras, la apropiación de la propiedad no es a través de los animales.

            Lo que rescatamos como aportación más valiosa de Engels es la preocupación de estudiar cómo se llega al estado de subordinación de la mujer, asumiendo responsabilidad y proporcionando información para corregirlo.

       La respuesta a esta encrucijada de la dominación estaría para él en la Propiedad Privada, que distingue a sociedades clasistas de las no clasistas. Según su hipótesis, las sociedades sin clase se distinguen por la propiedad comunitaria. Las gens[3] son grupos sociales pero vistas únicamente desde la economía, no familias porque no son “núcleos o unidades de producción”; tampoco cuentan con diferencia de estatus. Al no haber “familia”, tampoco hay un espacio para circunscribir la actividad de la mujer ni de subordinarla.

            Para entender el concepto de diferenciación de clases hay que entender la producción.
            “La administración de la casa, confiada a las mujeres, era una industria pública, socialmente tan necesaria como la producción de alimento, que corría a cargo de los hombres.”

            En esta cita de Engels (1891) vemos el primer error apuntado por Sacks, creerse que la comida corre por cuenta del hombre y los hijos de la mujer siempre o por lo menos en sociedades primitivas. Sin embargo, lo notable es que ya está apuntando a que es la diferenciación de clases por la división del trabajo es el primer paso para el confinamiento de la mujer a un estatus inferior.

     La propiedad (o la ausencia de ella) es para Engels la clave para la adquisición de poder de clase y para la de género. La propiedad no sólo haría posible la herencia de un estatus si no también el derecho legítimo a éste.

            En la distinción de clases el estatus superior pertenece a quien posee el excedente de producción (ganancias) o los medios de producción (tierra, animales, maquinas, industrias) porque esto es lo que condiciona a otros que no lo poseen a retribuir el uso de estos bienes con servicios. En el caso de la mujer, hablamos del servicio de administración de la casa, y más importante, reproducción de fuerza laboral.

            Siguiendo con la hipótesis de Engels, en sociedades donde prevalecía la gens (porque la familia no había cobrado importancia como núcleo para acumular poder y capital en un apellido o en una familia), las mujeres tenían un estatus similar al de su marido, se solía considerar a las mujeres el alma del trabajo doméstico el medio y fin de la producción. Lo que quiero decir es que en sociedades donde no existía la agricultura o la división del trabajo se producía para el consumo colectivo, no para la acumulación de riqueza y poder.

            Entonces estaría muy claro que la propiedad privada sería el germen de la desigualdad (recordemos que Engels es uno de los principales defensores de las ideas comunistas) y lo usamos porque sus explicaciones nos sirven para explicar la distinción de lo que tiene valor (lo público, defendido con la propiedad) y lo que no cobra legitimación (lo privado, lo que pasa dentro de la casa que no provoca ni riqueza ni prestigio).

            Entendemos que la legitimidad del individuo se da en la vida pública, quizá acumulando tierras que produzcan riquezas y herencias  para las familias en sociedades con clases; a la persona que participa en lo público se le considera un adulto o un ciudadano.

            Luego, si un sector logra legitimación pública tendría dominio y autoridad en lo privado, siendo el hombre necesario para “representar” a la mujer en sociedad mientras que ella, sin un hermano varón, un marido o un padre tiene poca o nula defensa.

            Retomaremos aquí un poco la diferencia que hacen Rosaldo y Weber entre autoridad y poder. Ahora entendemos que lo que distingue a las mujeres como adultos sociales (lo que les da autoridad) no es lo mismo que determina su posición frente a sus maridos (el poder que tienen efectivamente en la casa debidas sus funciones). Esta es una diferenciación sutil pero decisiva para subordinar el papel de la mujer ante los ojos de la sociedad en la vida pública a través de lo que hace dentro de casa.

            Karen Sacks descarta la propiedad como herramienta fundamental de propiedad porque no todos los varones poseen propiedad productiva y porque demuestra que hay sociedades (hemos visto que hay mujeres que llevan la vida económica en Europa Oriental, en África y en muchas familias occidentales) en las que a pesar de esto sigue existiendo dicotomía entre las esferas públicas y privadas.

            Admite que hay relación entre la propiedad y subordinación pero que lo marca el estatus es el trabajo público que es también lo que marca el carácter de  adulto. En suma, que el trabajo doméstico ha tenido que desvirtuarse para desvirtuar a la mujer.

            La respuesta feminista durante el último siglo ha sido buscar la re inserción del género femenino en la vida pública pero queda sin ser tocada la cuestión doméstica ¿Debería tener mayor relevancia la mujer que tiene un empleo altamente remunerado que la que cuida de sus hijos en el hogar?

            Sacks llega (como Rosaldo) a la conclusión de que el estatus de la mujer responde al estatus de su trabajo y que para conseguir una posición de igualdad, se debe lograr equilibrar el estatus de ambas.

            Entendemos que nuestra sociedad hace exactamente lo contrario, dando énfasis a la acumulación del capital: es la riqueza la que tiene sentido, la que da poder, de modo que el cuidado de lo doméstico (que es algo que atañe al hombre, al individuo y a la humanidad) deja de tener relevancia.




[1]    Recordemos que en “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”, Engels postula que la mujer solía formar parte en los procesos de producción (tanto en la  recolección como en la agricultura) hasta que se instaura la propiedad privada, lo que funge como legitimación del poder de los hombres. Ellos tienen propiedades y necesitan hijos que las hereden, de modo que la mujer, reproductora de los herederos se convierte en una extensión de la propiedad de éste.
[2]                La caza se utiliza siempre para justificar esto, pero veremos que ésta también será un mito, porque no es ésta, sino la horticultura la primera base de la alimentación y subsistencia, así como el germen de la cultura
[3]    Entendamos gens como una comuna.

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