martes, 31 de enero de 2017

De la religión y el alma (Parte I)

Revisión analítica y comparativa de Las formas elementales de la vida religiosa de Émile Durkheim.



   "Las formas elementales de la vida religiosa", libro publicado en 1912 por Emile Durkheim es un estudio sociológico de la religión enfocado a las funciones y expresiones de la más primitiva y simple encontrada por el autor: será el caso de las religiones que emergen de la “homogeneidad de la civilización australiana" [sic] (Durkheim, 2007:231).

   Nos encontramos a inicios del Siglo XX, tomemos en cuenta que las corrientes evolucionistas están en boga y los estudios culturales y religiosos tienen un fuerte sesgo que condiciona ideológicamente la visión del primitivo; esta predisposición se observa en las constantes referencias sobre la simplicidad y el primitivismo de las religiones estudiadas. Con todo, probablemente la mayor aportación de este estudio es la función social que el autor confiere a la religión: dejando de lado el asunto sobre la veracidad de las creencias, se partirá del principio de que las religiones son "representaciones colectivas que expresan realidades colectivas" (Durkheim, 1982: 8). Esta fórmula confiere una novedosa legitimidad a las religiones de todo orden. La distinción que hace el autor sobre lo primitivo de la religión pasa de ser una etiqueta de los cultos paganos a una nueva forma de asumir las creencias religiosas como parte del funcionamiento social. Intentaré explicar, desde el corte funcionalista que el autor propone, las ideas principales de esta obra.

En primer lugar está el carácter de validez de cualquier religión. Se aborda el estudio de las religiones primitivas "con la seguridad de que éstas se sustentan en la realidad y la expresan" (ibíd, p.2). Aquí el autor habla de una realidad pragmática, la que es particular a cada cultura; su estudio, en carácter de sociológico, observa la relación entre la estructura social de cada cultura y la cosmogonía que surge de ella y la alimenta.

   La religión es, pues, uno de los elementos estructurales de cohesión social puesto que dota a los miembros de un grupo de creencias compartidas. Así mismo, los símbolos que allí se presentan son expresiones de una realidad social, compartida, vivencial y expresada que hay que saber encontrar en calidad de investigador; estos símbolos expresarán aspectos de la vida y necesidades tanto individuales como sociales (ibíd.). Con lo anterior, Durkheim no sólo está justificando la validez de las religiones, por más bárbaras que parezcan, en sus razones sociales y pragmáticas, sino que está determinando como objeto de su investigación las manifestaciones rituales e idiosincráticas de necesidades sociales, a las que probablemente no tendríamos acceso de no ser por esta forma de manifestación colectiva.

   En el símbolo se encuentra la expresión de una realidad social basada en la naturaleza, es decir, que refiere pragmáticamente a la vida social. De no ser así, de no tener un anclaje sólido en una realidad compartida, el símbolo "habría encontrado resistencias contra las que no habría podido triunfar", de la misma manera las instituciones humanas son verdaderas ipso facto, "no puede[n] descansar en la mentira: de otro modo no podría[n] durar" (ibíd.). Es en este postulado esencial de la sociología donde se reconocen sus principios funcionalistas: la religión se explica como una de las formas que sirven para sustentar el sistema social.

   Pero la concepción de religión durkheimiana no se detiene en este punto. No se trata únicamente de una forma de homogeneizar principios ideológicos y de contener símbolos para expresarlos y reconocerlos. Desde el primer capítulo se habla del germen de categorías de conocimiento. Como puede verse en este fragmento, Durkheim considera que las categorías más importantes de entendimiento han nacido en y de la religión:

"No hay religión que no sea una cosmología al mismo tiempo que una especulación sobre lo divino. Si la filosofía y las ciencias han sido de la religión, es porque la religión misma ha comenzado a ocupar el lugar de las ciencias y de la filosofía. Pero lo que se ha notado menos es que ella no se ha limitado a enriquecer con cierto número de ideas un espíritu humano previamente formado; ha contribuido a formarlo." (ibíd p.8).

   Esta conformación del espíritu humano hace alusión a los marcos que delimitan el pensamiento. El autor refiere a las categorías aristotélicas sin las que no podríamos emitir juicios (nociones como el tiempo, espacio, género, número, causa, sustancia, personalidad, etc.) como el inicio de la representación colectiva. La religión, o probablemente la práctica religiosa, sería el seno de donde surgen estas categorías.

Werner Herzog aborda la inconmensurabilidad de categorías (religiosas y no). "Wo die grünen Ameisen träumen", las explica mejor de lo que yo puedo aspirar a hacer, pero algo se intenta.

  A este punto tendríamos que diferenciar la noción de religión propuesta por Tylor, quien hace referencia al carácter explicativo al que aspira la religión. En su libro La rama dorada, realiza un estudio comparado de las religiones en el que considera a la ciencia (la hija bastarda de la religión) como obra del perfeccionamiento de los métodos de elaboración del conocimiento. La diferencia fundamental de esta obra con la de Durkheim, publicada 20 años después, es que esta última se aparta de la idea de validación y apela a la función social de cualquier creencia religiosa; como decía antes, el sociólogo busca "las verdaderas razones" que siempre están en el fondo de cualquier religión. Con lo anterior se desecha la idea de la falsedad de las religiones: "[t]odas son verdaderas a su modo: todas responden aunque de maneras diferentes, a condiciones dadas de la existencia humana" (ibíd, p.2), y las desvincula -por lo menos momentáneamente- de los criterios a los que hace frente la ciencia.

   Las cualidades se imponen de hecho; no están ligadas a ningún objeto en particular y son universales y necesarias, sin embargo, en derecho, el humano las asume y concibe particularmente de acuerdo a la cultura en la que esté inserto. Con esto se recupera la noción de representación colectiva de la que la religión es germen y fundamento.

   Con esta última idea se refuerza la calidad positivista del autor, la realidad religiosa se puede conocer por medio de la observación, de aquí también que su definición de religión no pueda ser desvinculada de la noción de sociedad: al ser inseparable de la Iglesia, no puede existir fuera de su carácter colectivo.

"Una religión es un sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a las cosas sagradas, es decir, separadas, interdictivas, creencias a todos aquellos que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos aquellos que adhieren a ellas." (Durkheim 1982: 42).
   Una vez sentadas las premisas del estudio, se propone enfocarse en la religión más simple o primitiva (utiliza el término a sabiendas de su ambigüedad e inconveniencia) conocida en su tiempo, a saber, los cultos de tribus australianas. Respecto a esta, se interesará en las formas en que se confiere sacralidad a una naturaleza que carece en sí misma de ella; pero no se trata de la gestación de una idea de divinidad propiamente dicha sino, en sus términos, del delirio (que en cierto sentido es toda religión) que permite al hombre representarse su mundo y elaborar una cosmología de lo divino, es decir, que confiere al mundo humano una significación y un valor objetivo (Durkheim, 1982: 82).

   La justificación de usar estas tribus primitivas está dada desde la primer página por dos hechos (muy ad hoc con el carácter positivista que busca para su estudio): ninguna sociedad supera esta religión en simplicidad y puede explicarse sin tomar elementos de otras anteriores.
 
El tótem de  los warramunga (o Wollunquia), una de las varias tribus australianas estudiadas por Durkheim a través del análisis de etnografías.
   Delimitada la unidad de observación, Durkheim se detiene en especificar las diferencias entre lo religioso y lo sobrenatural, la divergencia entre nociones de los espíritus (animismo y naturalismo) y por último, abordar la cuestión del totemismo antes de entrar propiamente en materia.

   Me dedicaré a explicar los conceptos expuestos en el primer libro y posteriormente a analizar la forma de ser justificados, tomando en cuenta que la sociedad elegida presenta la doble cualidad de ser contemporánea al autor a la vez que catalogada como primitiva.


   Este apartado del libro se dedica a desmontar concepciones teóricas de la actividad religiosa que preceden el estudio de Durkheim y desembocará en la apreciación sociológica que hemos definido antes.

   Discute en primer lugar la idea de que lo sobrenatural sea la principal característica de lo religioso referidas en científicos de su tiempo como Spencer y Max Müller. Para el primero las religiones conciben al mundo "como un misterio que precisa una explicación", lo que daría a la religión la función de explicar todo lo que va más allá del intelecto; para Müller, la religión sería una aspiración de comprender lo inconcebible, lo inexpresable, lo infinito (ibíd, p: 22-23), ideas que son rebatidas por el hecho de que la religión ofrece explicaciones sobre el mundo cotidiano, de hecho, la religión es el principal elemento de ordenación de lo normal, refiere a las constantes del mundo y a las reglas de la sociedad[1].

   Encuentro que el concepto de misterio en Durkheim está reiterativamente situado como un producto de la elaboración de las creencias naturales (se verá en la dicotomía animismo, naturalismo). " [L]a idea del misterio no tiene nada de original. No ha sido dada al hombre; es el hombre quien la ha forjado con sus propias manos al mismo tiempo que a la idea contraria." (ibíd, p.26).

   La siguiente idea es la de divinidad. De la misma manera en que rebatió a Spencer, se enfrenta al teólogo y exégeta Albert Réville cuando afirma que "la religión es la determinación de la vida humana por el sentimiento de un lazo que une el espíritu humano al espíritu misterioso cuya dominación sobre el mundo y sobre sí mismo reconoce y con el que desea sentirse unido" (en Durkheim 1982: 26). El punto de vista sociológico y el antropológico contradecirán rápidamente esta postura reconociendo una muestra considerable de sociedades que no manifiestan esta creencia y de las que, sin embargo, no puede decirse que estén exentas de un sistema religioso. Existen ritos sin dioses (incluso ritos que previenen del influjo de los dioses); no todos los poderes religiosos emanan de personalidades divinas; existen cultos con una finalidad diferente a unir al hombre con la divinidad; con todo lo anterior el concepto religioso desborda la idea de dioses y espíritus. Si bien Tylor habría propuesto como definición mínima "la creencia en seres sobrenaturales"; los parámetros de Durkheim exceden con diferencia esta escueta interpretación.

   La tercera y última idea a desmontar es la relación u origen en la magia. Este término comparte con la religión el fundamentarse en creencias expresadas en ritos; sin embargo los fines de la magia suelen ser técnicos, conseguir dominio sobre cierto ámbito de la vida profana. Los seres a los que apela, es importante decirlo, son de su misma naturaleza, demonios, espíritus, energías que viven supeditados a los mismos condicionamientos que el propio mago.

   Durkheim hace énfasis en hostilidad de la magia contra la religión y, en sentido opuesto, la manifiesta aversión de la religión contra la magia. Los magos sitúan parte de sus técnicas en la profanación de cosas santas; al mismo tiempo, se considera la colectividad (la Iglesia) como carácter propiamente religioso. Aludiendo a este grado de comunidad, Durkheim (1982:38-39) refuerza el carácter social de la religión al mismo tiempo que niega su vínculo con la magia en este sentido, señalando que "no existe Iglesia mágica" (ibíd.; cursivas en el original). Las reuniones entre magos no forman parte del funcionamiento de la magia mientras que la comunidad reunida en torno a una iglesia es uno de los elementos principales de la religión[2].

   En definitiva, el carácter religioso para Durkheim no es una entidad indivisible sino un todo formado de partes: un sistema dentro del sistema social formado de instituciones que no existen si no en una comunidad en la que presentan mitos, dogmas, ritos, ceremonias, creencias y prácticas, todas vinculadas en la acción social. Es por esto que será más fácil abarcar un estudio religioso a través de sus partes, enfoque que le es útil para proponer el análisis de fenómenos religiosos que no pertenecen a una religión determinada (ibíd. p. 32).

Entraré después en la cuestión del alma, pero que se sepa de ahora que la sociedad, para este señor es el núcleo, el alma, el dios, el todo. 

   Así llega a los conceptos esenciales de la vida religiosa: creencias y ritos (que son los fenómenos como tales) y lo sagrado y lo profano. Por medio del primer par encontramos la estructura bipartita de pensamiento y acción en todo fenómeno social; en la segunda, la estructura donde yace el principio de estas creencias y prácticas.

   Las creencias son estados de opinión y representaciones mientras que los ritos son modos de acción determinadas. Las creencias definirán la naturaleza de las cosas sagradas y la relación que tienen estas con el mundo profano; los ritos serán reglas que prescribirán comportamientos hacia el mundo sagrado, protegerán mediante acciones y prohibiciones este sector con la idea de que esta acción preserva el mundo profano.

   Para el autor, la creencia de que existe un reino sagrado determina al mundo profano; su traducción en acciones rituales será la esencia de la vida religiosa o, en sus términos: "Lo que es característico del fenómeno religioso es que suponen siempre una división bipartita del universo conocido y conocible en dos géneros que comprenden todo lo que existe pero que se excluyen radicalmente"(ibíd, p. 36). Así mismo, destaca que en la vida social pueden existir tránsitos entre uno y otro reinos; la iniciación al mundo de las cosas sagradas sería la trascendencia del mundo puramente profano, está supondría transformación totius substantiae en el individuo, una solución de continuidad entre aquel que era antes y la nueva persona conversa (ibíd. p. 35). Por lo demás, el mundo profano no se debe o no se puede tocar con impunidad, existe esta constante oposición entre los dos géneros: no pueden aproximarse sin perder su naturaleza propia.


Bibliografía


Cornejo, M., (2012) "Religión y espiritualidad, ¿dos modelos enfrentados? Trayectorias poscatólicas entre budistas Soka Gakkai" en Revista Internacional de Sociología, Vol. 70, Nº 2, Mayo-Agosto, 2012, pp. 327-346.
Durkheim, E., (1982) [1912] Las formas elementales de la vida religiosa. El sistema totémico en Australia. Madrid, Akal.
Durkheim, E., (2007) [1912] Las formas elementales de la vida religiosa. El sistema totémico en Australia. Madrid, Akal.
Weber, M., (1994) Sociología de la comunidad religiosa (Sociología de la religión) en Economía y Sociedad. Esbozo de sociología comprensiva. México. Fondo de Cultura Económica, pp. 328-492



[1] Con respecto a la complejidad y lo incognoscible, es la ciencia, dice la que "nos ha enseñado que las cosas son complejas y difíciles de comprender" (Durkheim, 1982: 25).
[2] Durkheim plantea una cuestión similar cuando considera aquellas "aspiraciones contemporáneas hacia una religión que consistiría enteramente en estados interiores y subjetivos y que sería libremente construida por cada uno de nosotros" (Durkheim, 1982: 41). Las diferencias temporales condicionan al autor que encuentra como "inciertas virtualidades" algo que para nosotros ya resultan mucho más que pretensiones; el surgimiento de nuevas prácticas religiosas enfocadas hacia la espiritualidad y autodefinidas como tales podrían hacernos dudar de la vigencia de la propuesta anterior, pero creo que no sería tan acertado ceder tan inmediatamente a los datos. Algunos autores como Woodhead y Heelas han propuesto el término "Espiritualidad" para definir las nuevas creencias que dan primacía a la atomización y subjetivismo de las prácticas religiosas; a este respecto Mónica Cornejo (2012) nos habla del fenómeno de empoderamiento individual que permiten estas formas de "religión invisible"; sin embargo, este énfasis individualista no niega el carácter colectivo de la religión, así como la asunción colectiva de creencias y concepciones. Podemos decir que, a pesar de la crisis de legitimidad por la que atravesaron distintas iglesias en el último siglo, religión no tendría por qué desligarse de la características básicas que Durkheim le concede; lo anterior implica, por otra parte, insertar estas nociones en el complejo entramado de circunstancias de la postmodernidad. 

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