La principal preocupación que el Dr. Carlos
Reynoso manifiesta en su discurso es la de devolver a la Antropología el grado
de dignidad que parece que ha perdido como resultado del uso indiscriminado de
material etnográfico para elaborar teorías que no se sostienen. Así, el Doctor
llega a Sevilla trayendo como un pregón, la insistencia de una crítica desde la
razón y la lógica que se echa en falta para darnos credibilidad y validez en tanto que científicos.
Podríamos decir que sus enfrentamientos con
el relativismo, el posmodernismo y el perspectivismo convergen en la búsqueda
de un modelo eficaz que represente el funcionamiento de sistemas que suelen ser
más complejos de como se nos muestra con los postulados causales y lineales de
estas corrientes. El bagaje que utiliza para insinuar el suyo[1] va desde la filosofía a
la programación, pasando por matemáticas, lógica, historia y un desmesurado
acervo bibliográfico. La teoría de la complejidad parece ser su apuesta para la
esquematización de las múltiples variables que integran un sistema, para dicho
proceso se vale de los avances informáticos que permiten usar algoritmos y
funciones para crear programas que calculen la mayor cantidad posible de
factores que interactúan en un sistema de orden complejo[2].
Si te sorprende su nivel de frikismo es que no has leído suficiente.
La mejor lección que deja el ánimo de
búsqueda de un lenguaje que sirva para expresar el funcionamiento del sistema,
en algo que parece un intento de trascender los defectos del funcionalismo mejorándolo
con lo que considera ser lo único bueno del perspectivismo: Bateson.
Para Reynoso, el problema de investigación
consiste en determinar si una expresión pertenece a un lenguaje. Visto desde
esta perspectiva, el trabajo del antropólogo sería desarrollar un modelo que
englobe las variables que significan una
diferencia en el sistema, mismas que serían encontradas en el trabajo
etnográfico. En base a esta lógica, la
aportación que el grupo de Antropocaos podría hacer a la Antropología sería la
de programar o generar un lenguaje en
el cual pudieran insertarse las variables significativas y que además tuviera
cabida para considerar las cualidades emergentes del sistema que las integrase.
La dificultad de generar un modelo así se
pone evidencia a raíz de las críticas de esas propuestas (todas a las que
Reynoso les ha encontrado fallos) que no han sabido trascender la complejidad que
emerge de la interacción de variables; pero no se trata, como bien mencionaría
Michael Agar (2003) de encontrar la mayor cantidad de funciones y variables con
el objetivo de generar un modelo: la principal preocupación es encontrar los
números que le darían sentido a la explicación, encontrar los números y datos
que muestran “la diferencia que hace la diferencia” en el trabajo etnográfico
donde “el descubrimiento de esas diferencias
significativas era, de hecho, el mayor resultado de la investigación”[3].
Espero que no se malinterprete el trabajo de
Carlos Reynoso como un retorno alarmista y conservador al positivismo (las
diversas dimensiones de su sátira no se quedan en eso), se parte, en contra de
lo que podría creerse, de la idea de que “la explicación no es la
mejor operación epistemológica posible”[4], lo más adecuado sería
una descripción no lineal de la interacción de diversos factores: la teoría de la
complejidad estudia las circunstancias y observa las variables que han llevado
a un organismo a ser como es. En el caso de las Ciencias Sociales, estos
organismos son sistemas que se auto-organizan, a esta cualidad, Reynoso la
nombrara caórdica. También numera algunas de las limitaciones del científico
para asir esta complejidad, a continuación menciono un par.
En primer lugar, la estructura de los
sistemas complejos es contraria a la razón y por eso no puede llegarse a aquélla
únicamente a través de ésta -más aún el Agile Manifiesto se declara
que los sistemas se adaptarán antes que la mente del investigador. Entonces, nos
encontramos con variables inconmensurables en la mente del científico[5].
Otro de los problemas señalados es que “No
hay similitud semántica entre causas y efectos”. Según la complejidad del
sistema, las causas de un fenómeno que
ocurre ahora pueden remontarse indefinidamente a otra parte y momento muy
lejano; es también debido a la extrema sensibilidad a las condiciones iniciales
que estos mecanismos son muy poco predecibles, cuestión que se ilustra bastante
bien mediante la Teoría del Efecto Mariposa de Lorenz.
Tenemos pues que los sistemas son caóticos,
o mejor dicho caórdicos tomando en cuenta su capacidad de auto-regulación, de
modo que el trabajo científico ha de estar enfocado a generar modelos que
sirvan para representar el estado de la realidad[6] (y también
para saber qué hacer para que cambie).
Una de las formas que se utilizan para
demostrar esta complejidad es la gráfica resultante en logaritmos lineales: cuando
se toman en cuenta las variables de un proceso de este tipo (el ejemplo por antonomasia
es la distribución del dinero), solemos encontrar una gráfica que muestra la
Ley de Pareto. Ésta, también llamada Ley de Potencia debido a la distribución
desproporcionada entre el mayor y menor indicador, nos indica que nos
encontramos ante un sistema complejo no explicable de manera lineal y por lo
tanto no asimilable por la razón o el sentido común[7].
Otra de forma de ilustrar (¿demostrar?) el
carácter complejo de ciertos sistemas es la analogía con los fractales. Algunos
de los programas diseñados por el equipo de Reynoso son capaces de representar
cualidades e interacciones entre algunos elementos a través de representaciones
gráficas que suelen adquirir formas y patrones fractales. El significado de
estos estaría en las ecuaciones con las que se relacionan: ninguna muestra
patrones lineales sino leyes de potencia que revelan mayor profundidad en el
objeto estudiado.
Existen más premisas relacionadas con la
complejidad de patrones, a tomar en cuenta en el diseño de la teoría de la
complejidad. La primera es el uso de modelos. Se reconoce[8] que los modelos son
únicamente eso y que no reflejan categorías
reales presentes objetivamente en la cultura o en la configuración de la
personalidad, únicamente servirán como abstracciones construidas por el
estudioso que las interroga.
A juzgar por el hecho de que no para de
enfatizar en la incapacidad de la razón del científico para llegar a abarcar
estos sistemas, parece que el gran conflicto de Reynoso es la conocida tensión
entre objeto y sujeto. Para apoyar esta postura se vale de la gran cantidad de
debilidades o falacias encontradas en diversas teorías antropológicas (interpretativas
o no), todas relacionadas con un incorrecto uso de la lógica o con una
asociación arbitraria de conceptos.
Otro de los principales de defectos que
surgen de la percepción del investigador tiene que ver con que existen más clases o categorías de cosas
que cosas, lo que resulta en que las aproximaciones a los fenómenos son
virtualmente infinitas. Las consecuencias de esta observación trascienden la ya
revisada imposibilidad de explicar un sistema (recordemos que el objetivo es la
creación de un modelo o un lenguaje que lo represente), llegando a cuestionar la
aplicabilidad de funciones y algoritmos.
Esta parte de la complejidad nos lleva al
“Teorema del no hay almuerzo gratis” (No Free Lunch Theorem) que indica que “no
hay algoritmo que resuelva todos los problemas”. Lo anterior no excluye la
posibilidad de generar algoritmos para comprender y graficar patrones de
comportamiento, por ejemplo, de las epidemias o de la movilización de un grupo
de personas.
Es natural que uno de los principales hilos
conductores de todo el ciclo de conferencias haya sido la Teoría de la
Complejidad, la cual parece servirse de estudios diversos como últimos avances
en la neurociencia, estudios de inteligencia, la combinación
de procesos analíticos y sintéticos en el estudio de diferentes modelos de
aprendizaje, la distinción de patrones utilizados en nuevas tecnologías
(ampliamente ejercitados en su trabajo con Microsoft) y programas para minería
de datos, reconocimiento y etiquetado (también desarrollados en su trabajo como
programador).
Con todo, sostengo que esta teoría tiene
como pilar fundamental la figura de Bateson, quien desde el inicio su obra ya
anticipaba propuestas y problemas que vendrían a integrarse en la Teoría de la
Complejidad.
La búsqueda de Bateson se centró aquellos lenguajes
apropiados para “describir el cambio de un sistema determinado”; de esta manera,
cuando se embarca en la creación de Naven pretende una descripción de una
cultura, o mejor dicho la descripción del cambio
o perturbación en una condición estable de la misma, aspirando al “máximo nivel
tipológico en un sistema estable que tuviese un grado más de complejidad en sus
circuitos” (1990: 321). Por esta vía intuye y esboza principios como la
cismogénesis, que darán pie a conceptos básicos de la teoría trabajada por el porteño.
Bateson en los tiempos de Steps to an Ecology of Mind.
Se resalta que otra de las aportaciones
teóricas de Bateson es la del contexto[9]. Con su
trabajo en el Zoo de San Francisco demuestra que en las interacciones de
nutrias existe un metamensaje que les indica si pelean o juegan, de acuerdo al contexto.
No me centraré en describir la lógica de la meta-descripción o de las especies
de meta-relación desarrolladas por Bateson (1990:317-322) pero es demostrable
que esta parte de su aportación es también clave fundamental en los modelos
operantes de Reynoso.
El doctor defiende la intensa búsqueda del
norteamericano sobre “pautas que conectan los más diversos mundos”, defendiendo
su trabajo sobre la “naturaleza y patologías del pensamiento y la epistemología”.
Creo que es por eso (y por considerarse con la capacidad e intuición necesarias
para seguir con esta línea) que se comporta como un sucesor importante del
legado batesoniano, esperando que su propuesta pueda ser, aunque no en
concreto, una anticipación a un futuro modelo explicativo general válido.
Así mismo, dicha defensa está reforzada por
el hecho de que la influencia de este oscuro personaje suele no estar
reconocida en todos aquellos campos que le deben a sus aportaciones buena parte
de su desarrollo. Reynoso menciona las ramas de trabajo que fueron tratadas por
Levy y Rappaport: “evolución biológica, adaptación, ecología, arte, carrera de
armamentos, organización social, comunicación, transmisión cultural,
aprendizaje, juego, fantasía, películas, carácter y personalidad” además de
“una clase variada de procesos integrativos que él supo llamar ‘mente’” (1998:
250), hay que decir que, por éstas y otras razones, se comparte el respeto que
Reynoso profesa por este autor.
Espero que el esbozo de las aportaciones
atribuidas a Gregory Bateson permita deducir la continuidad que de él hace el
argentino no sólo en algunos de sus campos de estudio sino en intuiciones,
propuestas y líneas de pensamiento.
Habrá que decir un par de cosas sobre la
crítica al Relativismo Lingüístico y el Perspectivismo para cerrar este ensayo.
Creo que ambos frentes de batalla reflejan
la preocupación fundamental del trabajo del doctor: encontrar las
contradicciones que atraviesan a la epistemología en las Ciencias Sociales. En
el primer caso señala “la zona de fricción entre el relativismo y lo que sea
que está fuera de él” (2015: 24) como una muestra que encapsula los rasgos
esenciales de esta contradicción, acusando la imprecisión del relativismo como
culpable de una falta de coherencia o lógica en las Ciencias Sociales. Con
respecto al perspectivismo, se basa en la demostración de falacias y paradojas
para desacreditar a Guattari y a Latour.
Resulta gracioso que utilice otras
acusaciones, como la de vincular corrientes y autores relativistas con “personajes
anti-iluministas, reaccionarios monárquicos, ultranacionalistas, irracionalistas,
anticientíficos, oscurantistas, creacionistas, pastores fundamentalistas y
hasta simpatizantes documentados del nazismo” para respaldar su crítica
(2014:28); aquí cabe preguntarse si no está cayendo en la falacia de asociación
-una mucho más fácil de señalar que las que él ha sido capaz de descubrir entre
los razonamientos de estos científicos[10].
Lo anterior no desacredita en absoluto su
crítica, que se vale de la documentación de defensores del relativismo desde el
Siglo XVII demoliendo muchos razonamientos al señalar múltiples fugas, sin
embargo parece que el autor se permite dejar fuera de cuestión el postulado
principal del relativismo lingüístico (el de observar la lengua no sólo como
código para hablar sino también como método para hablar y pensar) salvo para
enumerar la serie de autores que lo propusieron antes que Sapir. Carlos Reynoso
desecha este enunciado por descarte al demostrar como inválidas algunas de las
investigaciones contemporáneas que sirven para reforzarlo[11].
El catedrático nos dirá finalmente que no es
verdadera la idea de Sapir -heredada de Humboldt- de que “si se habla distinto, se piensa
distinto”, aunque tampoco nos ofrece un modelo que describa cómo se relaciona
el lenguaje y el pensamiento. Así que, mientras que el relativista se pregunta
cómo se puede estudiar una danza sin que exista palabra para bailar, Reynoso
argumenta que esta clase de comentarios sirve sólo para exaltar el espíritu de
la cultura, es más, nos podrá documentar las formas en que, efectivamente, el
relativismo ha sido utilizado con fines nacionalistas.
El perspectivismo resulta cuestionado desde
un aspecto más estructural, uno que resulta en la falacia expresada por Gödel:
“En todo sistema formal hay enunciados que no pueden determinarse en su valor
real por contener expresiones auto-referenciales”[12] aludiendo a
argumentos que de esta manera desacreditan las fórmulas que los contienen.
Podemos decir,
como conclusión, que Reynoso se encuentra continuamente a la caza de modas que
puedan convertirse en ortodoxias, si no es que en dogmas (2015: 10); es capaz
de señalar la brecha que existe entre la antropología de diagnosis e
intervención y el perspectivismo así como de marcar la invalidez de propuestos
relativistas, haciéndole a mi parecer un favor absolutamente necesario a la
Antropología, al cuestionarla a ella y a su imagen pública.
Se nota la influencia de S. Pinker, quien
también dedica su trabajo a esto, pero también y sobre todo de Bateson. En este
autor se
encuentran tanto las bases de la teoría de la complejidad, como respuestas a
problemas que surgirían en el posmodernismo y que Reynoso haría relucir. Bateson es, además,
el eslabón de cierre de la etapa del “configuracionismo impresionista” que
operaba en un solo plano de la realidad, comenzando la era del “pensamiento
comunicacional” que tendría su culminación en Una teoría del juego y de la Fantasía donde el neopositivismo se
anuda con la metacomunicación (Reynoso 1998:256).
Con
una cita que nos recuerda el Anti-anti-relativismo de Geertz y a
Popper al mismo tiempo, Bateson nos deja ver la mecánica que, a mi juicio,
aplica Reynoso en su revisión epistemológica:
“Cuando los
formuladores comienzan a rebuscar entre las premisas psicoanalíticas más
básicas y a cuestionar la realidad concreta de conceptos tales como ‘yo’ o
‘deseos’ o ‘ello’ o ‘libido’ no es necesario alarmarse ni comenzar a soñar
sueños terroríficos de caos y tempestades. Es seguro que la mayor parte de la
vieja estructura del análisis quedará en pie cuando quede terminada la nueva
submuración. Y una vez rectificados los conceptos, postulados y premisas, los analistas
estarán en condiciones de embarcarse en una nueva y aún más fecunda orgía de
pensamiento laxo, hasta llegar a un estado en el que los resultados de su
pensar deban ser nuevamente conceptualizados. Pienso que tendrían que disfrutar
esta cualidad alternativa del progreso de la ciencia y no demorar el progreso
de la ciencia mediante una negativa de aceptar este dualismo” (en Reynoso 1993:221).
Bibliografía
Agar,
M. (2003). “My kingdom for a Function: Modeling Misadventures of the
Innumerate” en Journal of Artificial
Societies and Social Simulation. Vol.
6, no. 3.
Bateson, G. (1990). Naven. Un ceremonial Iatmul. Madrid. Júcar.
Reynoso, C. (1993). De Edipo a la Máquina Cognitiva. Introducción crítica a la antropología
psicológica. Buenos Aires. Imago Mundi.
Reynoso, C. (1998). Corrientes en Antropología Contemporánea. Buenos Aires. Biblos.
Reynoso, C. (2014). Lenguaje y pensamiento: Tácticas y estrategias del relativismo lingüístico.
Buenos Aires, Sb.
Reynoso, C. (2015). Crítica de la antropología perspectivista (Viveiros de Castro –
Philippe Descola – Bruno Latour). Buenos Aires, Sb.
[1] Es de notar que después de
más de 20 horas de conferencia, no nos queda claro cuáles son los principios del
modelo adoptado por el doctor, sin embargo no deja de haber ejemplos y puestas
en marcha de programas desarrollados por el equipo que trabajan con él en la
Teoría de la Complejidad. Con todo, ni en sus conferencias ni en sus libros
parece encontrarse una suma de sus postulados.
[2] Es por eso que para dar ejemplos
de cómo explicaría un fenómeno social se vale de programas diseñados para
representar comportamientos del sistema, así por ejemplo, a través de su
trabajo en Microsoft sobre minería de datos, nos puede ilustrar procesos
cognitivos sintéticos en comparación con hojas de cálculo que representarían
procesos analíticos.
[3] Cabe resaltar que, aunque Agar
haya renegado de su propuesta sobre la quiebra como parte del lenguaje etnográfico
en aquel texto tan criticado por Reynoso y que ahora trabaje como parte de su
equipo, en este artículo escrito para la revista JASSS (expresamente dirigida a
los modelos artificiales de simulación social) dicho concepto no deja de
aparecer como fondo: las variables
que se buscan enunciar, aquellas “que hacen la diferencia”, son lo que en otro
momento podría expresarse como elementos que llevan al científico a un choque contra
el modelo previamente considerado.
[4] Esto no debe resultar en la idea de
que la hermenéutica pudiera estar en una mejor posición, ésta lleva a
rastras el error de no tomado en cuenta mecanismos estructurales e ignorado el
estudio global, cegada como estaba del estudio parcial o local, divorciándose
de método comparativo y debilitando toda posibilidad explicación verificable.
[5] Para darse una idea de la complejidad
de ciertos sistemas tomemos como ejemplo el programa que se utiliza para la
creación de los aviones Boeing, éste toma en cuenta variables que ascienden a
los octillones (2^64); en un sistema en donde entran en juego las interacciones
subjetivas de los agentes encontraremos un grado de complejidad por lo menos
tan elevado como este.
[6] Para
la cuestión de cómo encontrar un lenguaje apropiado para sistemas complejos se
propone la instrumentación de una metáfora conocida, a esto nos diría Bateson
que conviene “imaginar un sistema con un grado más de complejidad y tomar de
este sistema más complejos un lenguaje apropiado para su descripción del cambio
en el sistema más simple” (1990:321), lo traigo a colación por ser uno de los
casos donde se observa la fundamentación de la teoría de la Complejidad
presente en Bateson desde Naven (1936).
[7] También Barabasi demuestra que las redes no se comportan como creíamos:
estas estructuras escapan a la razón.
[9] Goffman lo desarrollaría como
el concepto de framing.
[10] La crítica se extiende a
todos aquellos que tengan algo que ver con el relativismo, de Boas (hay que
decir que antes realiza una defensa de él) hasta Geertz, a quien acusa de
respaldar el particularismo justo en la época en la que la globalización se
hacía más palpable, ignorando así el reto de asumir esta perspectiva más difícil
de abarcar.
[11] La principal objeción fue
realizada en contra del postulado de que, al no tener palabras para nombrar más
allá de 0, 1 y muchos de los pirahã eran incapaces contar.
[12] Reynoso menciona que existen
variaciones a este postulado, por ejemplo los enunciados que contienen la
lógica de Peano. Con esto se refiere a que un cambio en el enunciado puede
suponer posibilidad de validación; no se preguntaría, por ejemplo, si este camino va a Roma sino qué respondería el entrevistado si se
preguntara si este camino va a Roma, con lo cual la falacia se sustituye
por una premisa válida.
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